domingo, 20 de noviembre de 2011

Historias con vida propia


Ningún autor puede afirmar que el relato salido de su pluma le pertenece, que es obra exclusivamente suya.
Las historias tienen vida propia. Se trata de un hecho del que sólo pueden tener constancia quienes alguna vez se han enfrentado a la árida desnudez del papel en blanco.
El escritor puede partir de una idea, de una esquema básico, que con el tiempo podrá dar lugar a un relato, pero es al tratar de darle forma, cuando llega el momento de completar los espacios en blanco con palabras, cuando la verdad sale a flote. 
Es entonces cuando los personajes empiezan a cobrar vida, actuando a su libre albedrío, llegando a sorprender al propio autor con sus frases, o sus acciones. Son los personajes quienes escriben su propia historia, actuando el escritor como mero director de orquesta, indicando a cada cual cuándo debe entrar en escena.
No resulta extraño que una frase afortunada dé lugar a un cambio de rumbo en la historia, abriendo una vía que no había sido planteada en el esquema original, y añadiendo esa pizca de espontaneidad que toda narración precisa.
Animo a aquellas personas que nunca se han sentado a dar forma a un relato, a que se adentren en ese mundo donde los personajes marcan la pauta, y se convierten en los mejores aliados de quien busca ese momento de inspiración.

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