
Ya en su lecho de muerte, las palabras que llenaban el aire de la estancia le reconfortaron, pues si bien durante su larga y cruel enfermedad había visto cómo le abandonaban aquellos a los que había considerado sus amigos, sabía que aún contaba con una voz que le acompañaba durante sus postreros instantes en el mundo.
Mientras su último aliento escapaba de sus labios, el locutor despedía la emisión desde la radio.
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