domingo, 14 de julio de 2013

Cómo escribir una novela (III): El protagonista


Como todo cinéfilo sabe, no hay dos sin tres, pues lo que está de moda son las trilogías. Por ello, aquí estoy un día más, para seguir hablando sobre algo que me apasiona.

En la entrega anterior hablaba de la idea, el germen a partir del cual comenzar a dar forma a nuestra historia. Pensando en ello, he caído en la cuenta de que, en ocasiones, la elección del protagonista de nuestra novela condiciona en buena medida esta.

En la segunda entrada dedicada a la escritura de una novela, comenté que estaba tratando de dar forma a una a partir del conocimiento de su protagonista, la administradora de un blog literario.

Es así de simple, puede que nuestra necesidad de escribir sobre un determinado personaje sea la chispa que dé lugar a toda una historia en torno a él.

Siempre hablo desde mi experiencia, a partir de las cosas que me han ocurrido durante los nueve años que llevo sentado frente al teclado. Vale, de vez en cuando me he levantado de la silla, pero poco. Se trata muchas veces de ejemplos con los que trato de ilustrar la idea que quiero transmitir.

La mayor parte de mis novelas están protagonizadas por hombres. No hace falta que los políticos creen leyes para recordarnos el tema de la paridad, pues antes de que dicha normativa viese la luz, mi propia conciencia me pedía a gritos que equilibrase la balanza, por lo que comencé algunas novelas con una idea clara como punto de partida: tenían que ser protagonizadas por mujeres. Este es un ejemplo de cómo algo así puede hacer que la historia vaya por unos derroteros diferentes, obligándonos a meternos en la mente de alguien de sexo opuesto, y tratando de intuir lo que esa persona haría o diría en cada situación. Es entonces cuando los estereotipos acuden a nosotros, y huimos de ellos tratando de evitar caer en lo fácil.

También existe la posibilidad de crear una novela coral, donde no haya un protagonista que monopolice toda la acción, sino que esta se reparta entre todo el elenco de participantes en la trama.

Cuando comencé a esbozar “El tercer final”, tenía claro que su protagonista sería Numerio Fabio, un viejo arquitecto militar retirado. Sin embargo, el propio desarrollo del relato requería la participación de toda una serie de personajes que, poco a poco, fueron reclamando su espacio, hasta encontrarme con la sorpresa de ver cómo, en algunas reseñas publicadas sobre la novela, se destacaba precisamente este hecho como algo positivo: cada interviniente tenía su propia voz, su momento, y aunque algunos contaban con más “minutos” que otros, mi idea original de contar con un protagonista definido se había difuminado por el camino.

Reconozco que esto no surgió de forma premeditada, pero visto el resultado final, me alegro de que los personajes mostrasen más sentido común que yo, y reclamasen sus líneas de diálogo, so pena de abandonar las páginas del libro, haciendo una huelga de letras caídas.

Haciendo un repaso de mis novelas, me doy cuenta de que apenas he contado con niños en ellas. Tan sólo en “Un imperio de arena”, novela inédita, hay un grupo de niños que tienen cierto protagonismo. Este es por lo tanto, al menos para mí, el posible germen de otra novela, una donde los niños tengan un papel principal. Esto no implica necesariamente que se trate de un libro infantil. Ahí estás las historias de “El niño del pijama de rayas”, “El señor de las moscas”, o “El tambor de hojalata”, por poner sólo unos ejemplos.

Algo que me ayuda a encontrar esa idea esquiva, que a veces se resiste a acudir a nuestra llamada, es mi gusto por experimentar en nuevos campos literarios. Me gusta tratar temáticas muy diferentes, siempre buscando algo que todavía no haya hecho. Por ello he escrito sobre temas como la antigua Roma, el salvaje oeste, la Alemania previa al estallido de la Segunda Guerra Mundial, Londres a finales del siglo XIX, la Sevilla de la Exposición Iberoamericana de 1929, y la actualidad, por supuesto. Hay tantas épocas por visitar aún…

En cuanto a temáticas, la ciencia ficción predomina en mis obras, pero ahí me resulta más difícil emplear esta estrategia, pues hay géneros de novela que no llegan a atraerme lo suficiente.

Con todo esto he querido mostrar algunas posibilidades a la hora de buscar la idea inicial de la que será nuestra próxima novela. A veces es tan sencillo como intentar lo que no hemos hecho hasta ahora.

Por supuesto, puede haber autores que sean más fieles a una temática, algo tan válido como mi modo de ver las cosas.

¿Y vosotros, preferís ir cambiando de una novela a la siguiente, o preferís seguir un camino más definido?

Creo que hoy ya he cubierto mi cupo de palabras por día, de modo que os cito en este mismo lugar, dentro de poco, para leer la cuarta entrega de este coleccionable impagable… impagable porque es gratis, básicamente.

¡Escribid y haced del mundo un lugar mejor!

2 comentarios:

  1. Hola Juan José, prometí seguirte y aquí me tienes de nuevo. Es cierto, es difícil escribir sobre el sexo opuesto, a mí me salen mucho mejor las historias de mujeres, cuando hablo de hombres creo estereotipos... Sin embargo, quiza porque tengo hijas o porque ultimamente me dedico a la enseñanza y trabajo con niños, se me da bien tratarles en los cuentos/libros. Quizá además sea con lo que más disfrute, hablando de niños, que efectivamente pueden dar lugar a historias infantiles o no, pero me hacen sentir la necesidad de hablar de ellos. Gracias por compartir tus ideas, es agradable tener con quien intercambiar pensamientos.

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  2. Hola Cristina. Una cosa buena de la literatura es que, si uno quiere, le ofrece retos que tratar de superar, como puede ser escribir sobre algo que a priori puede darnos miedo, o reparos, porque pensemos que no vamos a ser capaces, o que no lo vamos a hacer bien.
    Lo de escribir tratando de ponerse en el lugar de alguien muy distinto a nosotros es uno de esos retos. Puede que no haga falta que se trate de alguien del sexo opuesto; basta con que los ideales del personaje sean opuestos a los nuestros. Esto nos obliga a un esfuerzo extra, pues debemos pasar por encima de lo nuestros esquemas mentales, y hacer uso de la empatía que podamos tener.
    Algún día afrontaré yo también la escritura de un texto donde los niños jueguen un papel importante, es algo que me parece muy interesante, y que puede resultar enriquecedor.
    Gracias a tí por dejarte caer por este perdido rincón en internet, una ventana donde todos los amigos de las letras tienen un sitio.

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Gracias por tus pensamientos



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