lunes, 22 de octubre de 2012

Titular una novela, ese gran reto

No me prodigo demasiado en mis reflexiones, al menos de momento, pero hacía tiempo que quería comentar las dificultades que en ocasiones entraña ponerle la guinda a una historia. Si habéis leído el título
de este post, ya sabéis por dónde voy.

Un relato se encuentra incompleto hasta que no se le añade ese extra, esa pequeña frase, enunciado, o simplemente una palabra, que en teoría debería servir para dar una idea de aquello a lo que se va a enfrentar el lector. En cierto modo se trata de condensar en unas pocas palabras el contenido de una obra, pues la lógica me dice que cuando menos, el título debería guardar cierta relación con el contenido de la historia, aunque sólo fuese de un modo superficial, o anecdótico.

Pues esto que parece tan sencillo, a veces puede resultar una tarea ardua y complicada. En mi caso, no resulta extraño que tenga un relato o una novela terminada, y tenga que vérmelas y deseármelas para buscarle un título que no desmerezca el resultado final. Un mal título puede llevar a que, ya de partida, el lector no se sienta atraído por aquello que se encuentra escrito frente a él, aunque también cabría la posibildad de que se diese el caso contrario: que el título superase a la propia obra en ingenio o interés literario.

Dándole vueltas a la cabeza, he realizado un pequeño barrido mental de algunas obras por todos conocidas, y me he detenido a pensar en sus títulos, algo que tal vez no resulta muy habitual. Por ejemplo:

"El nombre de la rosa", de Umberto Eco. Se trata de una historia muy buena en mi opinión, que sabe situar en un tiempo y un lugar muy particulares una investigación que bien podría haber ocupado las hojas de una novela de Arthur Conan Doyle.
Sin embargo, lejos de llamarse "El misterio de la abadía", o "La abadía del crimen", como el videojuego español basado en el libro, el autor eligió un detalle, una anécdota que tan sólo es posible comprender tras leerlo, y que en el fondo no apunta a la trama principal. Adso, el pupilo de Guillermo de Baskerville, tiene un affair amoroso con una aldeana de la que ni tan siquiera conoce el nombre. Ella es la rosa, y de ahí el título. Finalmente, debe decidir si seguir adelante con su vida monacal, o quedarse con la muchacha.

"El señor de los anillos", de J.R.R. Tolkien es mi novela preferida, pero desde mi punto de vista habría resultado un título más ajustado a su contenido "El anillo único", pues es éste el objeto en torno al cual giran todas las aventuras, mientras que el Señor de los anillos no es más que la figura del enemigo todopoderoso, pero que tiene mucho menos protagonismo que los miembros de la Comunidad del anillo. En fin, es una opinión.

De Julio Verne, uno de los autores por los que siento predilección, decir que los títulos de sus novelas suelen dar en el clavo, pues resumen la historia de forma soberbia: "Viaje al centro de la Tierra", "5 semanas en globo", "La vuelta al mundo en 80 días", "La isla misteriosa", y así un largo etcétera.

Existen títulos de más difícil interpretación, o que precisan de un mínimo de interés por el lector para entender su significado, como "Fahrenheit 451", de Ray Bradbury. La historia habla de una sociedad donde se queman los libros por orden gubernamental, dado que leer hace infelices a las personas, tal vez porque las hace pensar. Se da la particularidad de que el papel arde a 451 grados en la escala Fahrenheit, la que usan los anglosajones para medir la temperatura.

Y podriamos seguir con cientos, miles de títulos que dan lugar a la reflexión, unos más descriptivos, otros más rebuscados, pero todos interesanes de analizar. Os lo propongo como deberes para esta semana. Abajo podéis incluir los que consideréis dignos de mención, en los comentarios.

Ahora, a seguir leyendo (o escribiendo, según lo dicte la voluntad).

2 comentarios:

  1. “Por favor, díganle a mi madre que la publicidad es un don que te da accesos y bebidas gratis, así como a convivir con gente muy importante, como los deportistas, que son noticia de los paparazzi, y que mi casa está llena de objetos de diseñador como Paris Hilton, Tom Ford y Emilio”.

    Consta de 1433 caracteres (290 palabras) y apareció en 2007. El autor es el italiano Davide Ciliberti, quien describe en su texto la idiosincrasia de quienes trabajan en el negocio de la publicidad y que en su afán de ser originales y creativos son capaces de idear y publicar algo como el titulo de libro más largo del mundo.

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  2. Muy bueno. Me lo apunto para titular mi próximo microrrelato, jeje.

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