martes, 28 de enero de 2014

Entrevista en el blog "Yo, yo misma, Irene"

Tras publicar una reseña sobre mi novela "Cota diecinueve", Irene ha tenido el detalle de publicar una entrevista realizada al que suscribe, y yo que se lo agradezco enormemente. Podéis leerla pinchando aquí.

Os recuerdo que todas las entrevistas que se me han hecho, ya sea en radio, prensa o blogs, están accesibles en la pestaña Sobre mí, por si no habéis tenido suficiente con la recién publicada. Ya sabéis, cada cual tiene su particular modo de arruinarse el día, y es posible que os apetezca hacerlo leyendo esas entrevistas.

Creo que las entrevistas a autores siempre resultan interesantes, especialmente cuando nos ha gustado una obra y queremos conocer más de la persona que le dió forma, pues a veces nos ayudan a comprender el porqué de ciertos matices que hemos podido descubrir en la historia.

Las preguntas nos obligan a meditar sobre aspectos que en muchas ocasiones dábamos por sentados, y acerca de los cuales nunca nos detuvimos a pensar lo suficiente. ¿Por qué escribo así? ¿Tengo manías a la hora de sentarme frente al teclado? ¿Quiénes me han influido? Son cuestiones a las que, si no nos las plantean, probablemente no dediquemos tiempo, y siempre ayuda conocerse a uno mismo.

Hay dos grupos fundamentales de entrevistadores: quienes tienen una batería de preguntas prefijadas, iguales para cada autor, y quienes las personalizan completamente en función de la obra. Por supuesto, también existe un punto intermedio entre ambos modos de plantear el "interrogatorio", y cada uno tiene sus ventajas e inconvenientes. Resulta curioso comprobar cómo, frente a una misma pregunta, dos personas que han decidido enfrentarse al folio en blanco pueden dar respuestas totalmente contrapuestas, y ahí radica la grandeza del ser humano, pues nadie puede afirmar que uno de los dos tenga la verdad absoluta. Seguramente, cada planteamiento es perfectamente válido, y contará con sus defensores y detractores.

Si véis las entrevistas que me han hecho, a veces se repiten algunas preguntas (supongo que es inevitable), pero nunca releo lo que contesté en una ocasión anterior, aunque si no mentí en su momento, mi nueva respuesta debería ser muy similar. De todos modos, una persona va pasando por distintas etapas a lo largo de su vida, y lo que hoy vemos blanco, tal vez nos parezca gris, e incluso negro cuando la experiencia haya teñido nuestros cabellos con el color de la nieve (licencia poética).

Nunca he tenido que confeccinar una lista de preguntas que formularle a otra persona, pero estoy seguro de que debe tener su dificultad, pues imagino que se intenta buscar esa respuesta que pueda resultar de mayor interés para quien lea la entrevista, y no podemos estar seguros de cuál será la reacción del recepctor de la pregunta.

Algo que he podido comprobar es la utilidad de este medio para dar a conocer a autores que comienzan. Sin ir más lejos, en los comentarios (si los hay) a mis entrevistas, siempre suele aparecer alguien que dice no conocerme, lo cual ya justifica su existencia.

Si habéis tenido la paciencia de leer esto, estoy seguro de que no os costará esfuerzo visitar el blog "Yo, yo misma, Irene" y leer las entrevistas allí publicadas. Cuando menos, os resultarán más amenas que este soliloquio.

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